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viernes, 17 de abril de 2020

TRC 3º ESO: LOS VIRTUOSOS ROMÁNTICOS: PAGANINI


En el vídeo sobre las características del Romanticismo Musical ya escuchaste hablar de un fenómeno muy típico de aquella época: EL VIRTUOSISMO, que fue uno de los resultados de la perfección de los instrumentos y de la necesidad de libertad del Romanticismo. Los virtuosos eran intérpretes excepcionales que atraían y encantaban a miles de seguidores, de la misma manera que lo habían hecho los castrati durante el Barroco.

Aunque hubo muchos, podemos poner tres ejemplos:

Nicolás Paganini (1782-1840) mago del violín



Franz Liszt (1811-1886) virtuoso del piano



Héctor Berlioz (1803-1869) que dedicó todos sus esfuerzos a la música orquestal.



Todos ellos fueron al mismo tiempo insignes compositores de la mayoría de las obras que interpretaban en sus conciertos, aunque al público de esa época, le atraía mucho más el malabarismo vocal, instrumental u orquestal, y relegó muchas veces a segundo plano a los compositores en favor de los intérpretes.

Hoy vamos a hablar del primer gran virtuoso del Romanticismo, que nació todavía en el siglo XVIII, claramente avanzado a su tiempo. Se trata del violinista Niccolò Paganini, famosísimo en toda Europa, del que existen multitud de anécdotas, como la del ciego que se dice que al oírlo tocar preguntó: “¿Cuántos violinistas tocan?”.

El poeta Heinrich Heine no pudo resistir la tentación de sumarse a la creación de una leyenda típicamente romántica y en una de sus obras, Noches florentinas, aparece el violinista Niccolo Paganini paseándose por un parque de Hamburgo, enfundado en un largo abrigo negro, cadavérico y pálido con su larga melena, silencioso y rodeado de misterio.
Le acompaña un ser diminuto que lo acecha desde la sombra: “el propio Satán”, ya que la leyenda dice que su fascinante dominio del violín ha sido adquirido con ayuda diabólica.


Para incrementar su leyenda, al final de algunos de sus conciertos, el maestro solía proporcionar un espectáculo inaudito: tras haber hecho que se le rompieran tres cuerdas de su instrumento, seguía tocando en la que quedaba, la grave cuerda de sol, la muestra extrema de su habilidad como instrumentista.

Gracias a una estudiada campaña publicitaria, Paganini se había convertido en un fenómeno de culto y no solo en lo musical: su mito incluía, aparte de su “amistad” con el mismísimo diablo, amoríos más o menos verdaderos, tropiezos con la justicia, compulsiva ludopatía, graves enfermedades, riqueza extrema y fracasos económicos estrepitosos. 

Aquí tienes un fragmento de la película “Paganini, el violinista del Diablo”, en la que se ve muy bien el efecto que tenía entre el público, y la cuidada puesta en escena de sus conciertos:






Pero todo esto habría sido imposible de no ser porque en aquellos años, la bonanza económica consolidó la burguesía como fuerza social dominante. El final de las guerras napoleónicas había dado paso a la estabilidad política y a una gran expansión económica.



Viena, París, Londres y Leipzig crecieron y crearon grandes teatros para albergar al masivo público burgués y así la música, llegó a un nuevo público que exigía menos protocolo y más entretenimiento. Se adaptó a las necesidades expresivas del nuevo hombre romántico, que afirmaba su individualidad. El gusto se democratizó y en gran medida también se vulgarizó, pues la música quiso llegar al hombre común con piezas cortas expresivas de las emociones y de la personalidad del intérprete.



También fue decisivo el progreso de la técnica, que permitió modificar los instrumentos para darles mayor facilidad de ejecución y una gran proyección sonora con la que su música llegaba hasta el fondo de las grandes salas de conciertos.

Sin embargo, estos intérpretes excepcionales también tenían detractores, pues algunos decían que en sus manos la música perdía su pureza, pues era inevitable que pasara al primer plano no solo el cuerpo del artista sino también las características técnicas del instrumento.
En la actualidad, siguen existiendo auténticos virtuosos, famosos como estrellas de rock, que realizan conciertos multitudinarios y apariciones televisivas en horario de máxima audiencia y que intentan acercar la "música clásica" al público masivo. Un claro ejemplo de ello es Ara Malikian, a quien aquí puedes ver interpretando una de las obras más famosas de Paganini, la Campanella y con un sentido del espectáculo que, adaptado al siglo XXI, puede compararse con el del propio Paganini.

Pero Malikian, como Paganini, no solamente es intérprete, sino que también compone sus propias piezas, muy inspiradas en el folclore de Armenia, de donde es originario. SI QUIERES, aquí tienes un vídeo en el que interpreta una de sus obras (Este vídeo no es obligatorio)



Una vez que hayas visto los dos primeros vídeos y leído el texto, pincha AQUÍ
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